Históricamente
antes de que existieran los relojes, el tiempo se medía por la rotación
de la Tierra al observar las posiciones del sol en el cielo, las mareas
y las fases de la luna. Sin embargo, los relojes se hicieron necesarios
para medir las fracciones del día con más exactitud.En
palabras más simples, el reloj marca nuestra posición en la Tierra, con
respecto al lugar en que se encuentra el sol en cada momento. Así, a
las 12 de día, el sol está encima de nuestras cabezas; a la una del día
se halla un poco más hacia el lado del mar, y así avanza hacia allá cada
hora que pasa.
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